A lo largo de nuestras vidas nos vamos dando cuenta de que cuando llegamos a este mundo no éramos conscientes de ello o posiblemente, no nos acordamos de todo lo que pasamos en nuestros primeros días desde que nos trajeron.
Nos evacuaron de un confortable lugar en donde disponíamos de todo para que pudiéramos crecer y alimentarnos.
Luego llegaron nuestros primeros pasos con la atenta mirada de nuestros progenitores por si tenían que acogernos de nuevo y seguir el aprendizaje.
Más tarde vinieron las enseñanzas en las escuelas y siguieron conduciéndonos por los caminos que ellos creían los correctos.
Entonces nos empezamos a percatar de que había más gente que te veían crecer y madurar.
La existencia está jalonada por el bosque humano que a su vez ha ido creciendo y creciendo para poder seguir viviendo.
En la consecución de nuestras vidas empezamos a sentir y ver abatimientos de algunos árboles de ese bosque que creíamos nos iban a acompañar a lo largo de nuestra vida.
Pero van cayendo y cayendo y aunque a su vez, crecen retoños que nos siguen acompañando, pero ya no nos entienden, posiblemente no nos comprenden.
Lo que creo prioritario es que cada vez que cae abatido un árbol de ese bosque humano, es saber que en su momento supo comprender y abrazarte. Que supo transmitir que a pesar de todos los pesares la vida merece la pena, aunque determinados leños de ese bosque a veces se empeñan en herir y matar antes de que sucumban ellos.
Solamente hay que tener la clarividencia de que la buena gente nos acompaña en nuestra existencia.
El bosque humano.
Amigo Javier, a mi modo de ver, tiene mucho en común lo que dices en este escrito con el antetior; en los dos, deseamos que haya buena gente entre los que manejan nuestro destino y que luchemos para que los indeseables no consigan el poder.
ResponderBorrarUn fuerte abrazo.
Habrá que poner más empeño de que la gente buena, la buena gente sea la que dirija nuestros destinos con honradez y eficacia.
ResponderBorrarUn abrazo