Excluyente es todo aquello que deja fuera o rechaza.
Inclusivo es aquello o aquel que tiene capacidad de incluir.
El lenguaje inclusivo alienta, por decirlo de alguna manera, a la otra parte o mitad de un todo.
Fijémonos, por ejemplo, en una oración como: el objetivo prioritario del pueblo es la celebración de una consulta para cualquier asunto...
Indudablemente estamos deslizando de forma sibilina que todo el pueblo incluye a la otra parte a la que se formula esa consulta.
Por supuesto entre una y otra parte están personas con distintas sensibilidades (personas que llegaron de otras regiones a trabajar y con el paso del tiempo se integraron plenamente)
Por eso digo que en nuestro país globalmente considerado tenemos siempre la otra mitad.