Ternura hay que tener y mucha. Estamos en un lugar que es inhóspito, muy duro, como una corteza impenetrable de un muro blindado a todas las ternuras que se nos escapan.
No fluye la empatía, la honradez, la certeza de la vida impecable de algunos seres y hay que disfrutar, sin más.
Pero -siempre existen peros- hay personas, animales y cosas que no admiten se les importune.
Quieren tener impoluto 'su' dominio.
¿Qué queremos ser en la vida?
Intuimos que ya nada será lo mismo, que por mucho que lo intentemos y busquemos con ahínco, la ternura, ya se nos escapó en este mundo que, -como he escrito alguna vez- no está, ni se le espera.
Existen otras directrices que nos han ido inoculando pacientemente con un arte sibilino incluso, silenciosamente.
Miramos y no vemos ni sentimos la verdadera ternura.
Amigo Javier, has ilustrado perfectamente el mensaje que va implícito en el escrito. Quiero decir que, la imagen de ese ser, refleja fielmente: nobleza, cariño, lealtad y entrega absoluta a su dueño y como no, ternura.
ResponderBorrarTodas esas cualidades del amigo del hombre, a todos nos enternecen y coincido contigo que, es como si se fueran diluyendo en el tiempo perdiendo todos esos valores que, mucha falta nos hace.
Recibe un fuerte abrazo.
Vicente, por desgracia, cada vez se va diluyendo más todo lo bueno de la condición humana, pero me niego, mientras viva a que esto suceda.
ResponderBorrarUn fuerte abrazo amigo.