A medida que pasan los años, gracias a esa variable imperturbable que denominamos tiempo, inexorablemente vemos caer -por decirlo de alguna forma- personas que creíamos eran inmortales.
Tengo mis dudas sobre los viajes postreros después de nuestro adiós a este globo terráqueo, pero no puedo por menos de seguir dudando de nuestro pasar por esta vida.
Creía que las cosas siendo comunes no tenían importancia, pero esa duda que tenía ya se me ha despejado de la niebla que me envuelve muchas veces de tanto mirar a mi interior.
Echemos un vistazo aunque sea ligero a la historia de la humanidad. Si nos remontamos a nuestros orígenes ¿de dónde procedemos? me quedo con más niebla.
La distribución de las tareas que nos encomiendan otros, no logro entender que la mayoría de las veces los hacemos sin gustarnos.
Tenemos que pasar por muchos estadios hasta -posiblemente- encontrar algo que nos llene el espíritu, si es que eso también existe.
Cada vez estoy más convencido que nuestras vidas están seguramente dirigidas por una serie de fuerzas aparentemente invisibles para que dicha invisibilidad no lo sea.
Por eso cada vez me gusta más leer, necesito leer mucho, me da igual que sean relatos de ficción o no; me gusta que lo que lea me atrape y me lo crea y pueda fantasear e incluso ser el protagonista en algunos momentos.
De pronto me doy cuenta que seguramente lo que he estado haciendo y hago ahora es que día a día, momento a momento estoy negociando con la vida.
Amigo Javier, has montado un dilema que no sé si lo voy a resolver; parece ser que esta vida está llena de interrogantes, dudas y más dudas las hay por doquier, tenemos dudas de nuestra existencia si realmente existe el espíritu que al final pasará a otra dimensión para gozar durante toda la eternidad. Ya te he dicho que no podría resolver éste enigma. Me gustaría que así fuera, pero..... sólo recuerdo al respecto de cuando era niño, de cuando iba al colegio de los frailes Franciscanos. El Padre Rector venía a las clases a darnos unas charlas de religión y nos metía el miedo en el cuerpo hablándonos del cielo y de lo malo que era el infierno y decía: en el infierno están todos los pecadores consumiéndose en el fuego por haber pecado; hay un reloj en el infierno que cuenta el tiempo así: "para siempre jamás", "para siempre jamás" y los pecadores le preguntan al relog: "reloj, ¿Qué hora es?" Y contesta el reloj: "LA ETERNIDAD". Esto y muchas mas cosas nos decía el Padre Rector. Y nosotros los niños, salíamos todos traumatizados con el miedo que nos habian puesto en el cuerpo.
ResponderBorrarPerdona Javier, pero me he metido en un callejón sin salida y no sabía por donde salir.
Recibe un fuerte abrazo.
Gracias por tu comentario amigo Vicente.
ResponderBorrarEn resumen, eso que tantas veces he escrito,
Miedo.
Intento escribir lo que me sale de las tripas, desde dentro.
Nos tienen cogidos por el miedo.
Un abrazo.
Estimado Javier: Hemos vivido con miedo, con dudas al más alla, al espíritu, o a su no existencia. Habeís acertado NEGOCIAR con la vida mientras la tengamos; perder el miedo incluso a no existir más que en el recuerdo de los nuestros. Tratar de hacer en nuestro tiempo vital aquello que llene nuestro ser, entendernos y amarnos nosotros mismos y a los demas. Perderemos nuestros miedos, que no nos dejan VIVIR NUESTRO TIEMPO.
ResponderBorrarBien dices Vivir nuestro tiempo.
BorrarEl verdadero poder está en la mente.
Muchas gracias por tu comentario
Bom dia meu inesquecível Javier
ResponderBorrartu vives presente comigo
em teu caráter boto fé
não esqueça o que te digo
farei o impossível até
pra te obter por onde sigo
conforme seja como Deus quiser
saiba que estarei contigo
em um mesmo barco remaramos
com o controle da maré!...
Muchas gracias por su comentario
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