Hoy he sentido la naturaleza con toda su fuerza.
Estaba caminando por el monte y hacía un día muy característico por estas fechas en Galicia.
Nublado con calor.
Caminaba con un sombrero de paja, que me dió un vecino, Rafael, un amigo que me entiende muy bien, aunque yo no hable gallego.
Lo digo porque cuando me apetece hacer algo, lo adivina. Es un poco extraño.
A los dos nos gusta más el monte que la playa. Y lo que si nos gusta es charlar tomando una cerveza o vino "godello".
Por ello digo que hoy he sentido con fuerza la naturaleza cuando estaba caminando por uno de los innumerables caminos -que aquí los llaman "pistas"- llenos de árboles de todo tipo.
De pronto vino una tormenta de agua y viento, tan grande que me he sentido como una hormiga que no puede caminar sin desviarse del camino. Me he dado cuenta que somos unos puntitos insignificantes en esta inmensa naturaleza.
¿Somos parte substancial de este mundo?
¿Estamos, como mucho, siendo comparsas del acontecer diario?
¿Aprenderemos algún día que somos algo integrante, pero insignificante del mundo?
Ni los políticos pueden -bien a su pesar- con la naturaleza.
Podrían aprender de ella, nada más y nada menos.
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