No hace falta saber mucho en este mundo occidental sobre ese verbo, dimitir. Tenemos ejemplos claros de que este verbo existe.
Sólo con echar un vistazo a la prensa en los últimos años, vemos que en España con respecto a otros países de nuestro entorno, dista mucho de presentar dimisiones o ser dimitidos, por hechos que precisamente en otros países están a la orden del día.
Por ejemplo el excanciller alemán Helmunt Kohl, en los años noventa se encontró con una situación comparable a la que ahora se encuentra en España el Partido Popular. El partido del excanciller alemán 'gestionó' dos millones de marcos alemanes que aportados por donantes 'anónimos' no fiscalizó. El Parlamento levantó la inmunidad a Kohl y la Fiscalía le acusó de malversación de fondos, retirándole todos los cargos de inmediato.
En el verano de 2011 el entonces la titular de la cartera de Exteriores francesa Michele Alliot-Marie, renunció a su cargo por haber aceptado una vacaciones regaladas por un empresario tunecino, cercano al entones presidente Ben Alí.
En el Reino Unido, en el año 2009, el presidente de la Cámara de los Comunes Michael John Martin usó dos millones de euros para sufragar la reforma de su vivienda, así como pagó la factura de 20.000 libras para rebatir las informaciones que la prensa decía de ella, y naturalmente dimitió, así como otras dimisiones en dicho año, a raíz de pagos con dinero público de los parlamentarios por gastos personales.
En el año 2010 el titular de Trabajo francés, Èric Woerth se vio abocado a dimitir por tráfico de influencias y financiación ilegal del partido dentro del escándalo vinculado al imperio L'Oreal.
En Italia (muy reacios a este verbo), el último en dimitir ha sido el extitular de la cartera de Desarrollo Económico Claudio Scaloja de Berlusconi al salir a la luz que un empresario le había pagado la mayor parte de un apartamento en el Coliseo de Roma.
En EEUU, la ministra demócrata Martha N. Johnson, gestora de las dependencias del Gobierno Federal de EEUU , dimitió de inmediato al conocerse que se había gastado 600.000 euros en un congreso que su organización celebró en la Vegas.
Aquí en nuestro país no dimite nadie; este verbo, dimitir, no existe, la práctica habitual es acogerse al derecho de presunción de inocencia y por supuesto permanecer en el cargo, incluso cuando ha sido imputada la persona que ostenta dicho cargo.
En España, es que somos diferentes, no existe dimitir, ese verbo.
En España amigo Javier, no dimite nadie porque carecen de lo más elemental que es: no tener vergüenza; por lo tanto, cansados de decirlo, lo diremos una vez más: " son sinvergüenzas natos". CONCLUSION: no conocen el verbo "dimitir"; tienes razón Javier.
ResponderBorrarUn abrazo.
Amigo Vicente, lo que parece que está muy lejos, no lo es tanto en Mayo '15 está a la vuelta de la esquina y ahí espero y deseo darles un correctivo serio a toda esta caterva de sinvergüenzas. Lo deseo. Pero ya veremos.
ResponderBorrarUn abrazo
Perfecto y documentado artículo Javier. Y como siempre, con más razón que un santo. Desconocen la primera persona del presente de indicativo del verbo dimitir. Ya lo dijo el Zeitung alemán cuando estalló el caso Bárcenas: "En España no dimite ni Dios". Y en esas están. Abrazo enorme
ResponderBorrarGracias Luisa, tu siempre tan amable. Efectivamente no dimite ni el tato ¿quién es el tato?
ResponderBorrarUn abrazo