Un verbo con el que se pueden conjugar muchas cosas. Aprobar una asignatura, aprobar un procedimiento, aprobar una actuación ante la vida, aprobar una conducta de alguien, aprobar una boda, aprobar una opinión, aprobar a una persona para un cargo, aprobar una doctrina,, pero lo que se dice aprobar, eso sólo se puede decir que merezca la pena cuando se aprueba un anteproyecto que viene respaldado por un aval de casi un millón y medio de firmas. Me refiero a la Iniciativa Legislativa Popular (ILP).
Pero no, no ha sucedido su aprobación porque el Partido Popular, con su número dos a la cabeza (María Dolores de Cospedal) arengó convenientemente a puerta cerrada al Grupo Parlamentario Popular y ha surtido efecto. El portavoz del grupo Alfonso Alonso y el portavoz de Economía Vicente Martínez Pujalte defendieron con ardor guerrero el anteproyecto sobre las hipotecas y desahucios.
Esto es lo mismo que decir que aprobación no es, ni viene de aprobar nada, pues nada de verdad se ha aprobado, pues si un Parlamento puede hacer la pantomima que ha hecho el Partido Popular, pues apaga la luz y vámonos.
Se aprobará en el Congreso la Ley de Protección de los Deudores Hipotecarios, de reestructuración de las deudas hipotecarias y de alquiler social y en menos de un mes, una vez pasada por el Senado, entrará en vigor.
¿De qué vigor hablamos? ¿De algo que se aprobó sólo con los votos del Partido Popular y en contra de todos los partidos restantes de la Cámara?
Esta Ley será una Ley sin nombre sin contenido sin alma, pues no está hecha para lo que piden y necesitan miles y miles de ciudadanos incrustados en su angustia.
Esta Ley será una vergüenza de este gobierno de Rajoy y eso quedará grabado en cada uno de esas señorías que apretaron el botón del desahucio. Un voto de vergüenza.
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