Hagamos una prospección hacia el futuro, eso que todavía no sabemos. Hagamos caso omiso a las voces que claman por que todo siga igual o peor que antes.
Seamos valientes y por lo menos realicemos un bosquejo de lo que podría ser factible. Sabemos que somos en general un pueblo algo extraño para los posibles cambios que hay que realizar.
Tenemos aferrada la idea de que cada uno de nosotros tiene siempre la razón indiscutible de su posición y que el que no opine como nosotros es cuando menos un retrogrado e incluso un rojo recalcitrante de esos que no escuchan a los demás.
Tenemos aferrada la idea de que cada uno de nosotros tiene siempre la razón indiscutible de su posición y que el que no opine como nosotros es cuando menos un retrogrado e incluso un rojo recalcitrante de esos que no escuchan a los demás.
Seamos un poco futuribles, podemos incluso copiar ideas que funcionan en otros países, pero como somos los más listos del globo terráqueo, incluso podemos patentar un sistema de convivencia mejor que haya tenido algún país hasta el momento.
El problema más gordo que se nos planteará es que -el futuro es lo que tiene- cuando ya estemos a punto de estar de acuerdo con una hipotética primera conclusión y hagamos cada uno de nosotros que el intento es fruto de nuestra propiedad, entonces volveremos a discutir de quién fue la idea. Y vuelta a empezar.
Es lo que tiene el futuro.
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